Greta Thunberg, del grito desesperado al chillido histriónico
Hace un año escribía en esta misma columna sobre el grito desesperado de una joven sueca de tan solo 16 años, Greta Thunberg, que clamaba por una actuación urgente contra el cambio climático. En aquel momento, su aparición supuso un toque de atención sobre el desafío de la sostenibilidad medioambiental. Pero también aproveché para exponer la estrategia de Economía Circular de la Unión Europea como mejor ejemplo del mundo entre las acciones que pueden aportar soluciones reales contra esta crisis. Doce meses después, su movimiento juvenil “Fridays for future” se ha extendido con vigor y ella ha recorrido multitud de escenarios públicos llamando la atención de forma crecientemente apocalíptica. El zenit hasta hoy de este espectáculo mediático se ha producido esta semana en Nueva York, en la sede de Naciones Unidas, donde Thunberg soltó un chillido histriónico, propio de una personalidad que persigue ser el centro de atención, con excesiva inestabilidad emotiva.