Jesús González MateosCartas del director Jesús González Mateos

Greta Thunberg, del grito desesperado al chillido histriónico

Greta Thunberg, del grito desesperado al chillido histriónico

Hace un año escribía en esta misma columna sobre el grito desesperado de una joven sueca de tan solo 16 años, Greta Thunberg, que clamaba por una actuación urgente contra el cambio climático. En aquel momento, su aparición supuso un toque de atención sobre el desafío de la sostenibilidad medioambiental. Pero también aproveché para exponer la estrategia de Economía Circular de la Unión Europea como mejor ejemplo del mundo entre las acciones que pueden aportar soluciones reales contra esta crisis. Doce meses después, su movimiento juvenil “Fridays for future” se ha extendido con vigor y ella ha recorrido multitud de escenarios públicos llamando la atención de forma crecientemente apocalíptica. El zenit hasta hoy de este espectáculo mediático se ha producido esta semana en Nueva York, en la sede de Naciones Unidas, donde Thunberg soltó un chillido histriónico, propio de una personalidad que persigue ser el centro de atención, con excesiva inestabilidad emotiva.

¿Hay que proteger el estilo de vida de los europeos?

¿Hay que proteger el estilo de vida de los europeos?

La futura presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto la creación de un departamento con rango de vicepresidencia, bajo el desconcertante título de “Protección del estilo de vida de los europeos”. Conozco bien a Margaritis Schinas, el político griego hasta ahora portavoz de la Comisión Juncker, al que pretende endosar tal cometido. Buen comunicador, de trato fácil con los periodistas, ha realizado una buena labor estos cinco últimos años. Pero el problema surge de la encomienda en sí. ¿De qué necesitamos proteger el estilo de vida de los europeos?, si es que tal concepto existe. Contestar debidamente a esta cuestión, da sentido o convierte en una arriesgada ocurrencia, la puesta en marcha de la iniciativa en forma de vicepresidencia del Ejecutivo europeo.

La Comisión Von der Leyen: paritaria, germanófila y de centroderecha

La Comisión Von der Leyen: paritaria, germanófila y de centroderecha

Dos son las principales novedades del nuevo equipo de la Comisión Europea que su futura presidenta presentó esta semana en Bruselas. Ursula von der Leyen, la primera mujer que presidirá el Ejecutivo europeo, cumpliendo su promesa contará con un Colegio de Comisarios y Comisarias, es decir, paritario, ya que estará compuesto por 13 mujeres y 14 hombres. Y, en segundo lugar, ha diseñado un gobierno que aunque cuenta con 27 carteras, concentra sustancialmente el poder en 8 personas, 7 vicepresidentes y el Alto Representante de Exteriores. Todos los demás comisarios dependen orgánicamente de alguno de ellos. De esta forma establece una clara jerarquía de poder y coordinación, mediante la cual ha buscado el equilibrio geopolítico de las potencias de la Unión Europea. En palabras de la propia política alemana, “se trata de una Comisión equilibrada, tan fuerte y diversa como lo es Europa”.

Alemania como problema

Alemania como problema

Estamos demasiado acostumbrados a concebir a Alemania como la locomotora del proyecto europeo y para más dependencia, en la última década, la autoridad de la canciller Angela Merkel ha marcado el paso de las grandes decisiones de la UE sin titubeos. Sin embargo, este 2019 los síntomas de agotamiento de de la economía alemana y de su líder política, empiezan a vislumbrar un cambio de panorama preocupante, pues, si el tren se para no hay recambio dado su peso en el conjunto de la Unión. Una crisis económica, unida a la creciente fragmentación política con el crecimiento continuo de los ultras de Alternativa por Alemania, podría transformar al Estado germano del principal valedor del proyecto europeo, a su problema más crítico. Un escenario que puede verse agravado si finalmente nos tenemos que enfrentar a un Brexit sin acuerdo.

Nuevo curso político, la UE sigue a bordo del precipicio

Nuevo curso político, la UE sigue a bordo del precipicio

La reciente reunión del G7 celebrada en Biarritz esta semana ha abierto el curso político internacional poniendo encima de la mesa las grandes cuestiones que marcan la agenda de un panorama plagado de incertidumbres. La emergencia del cambio climático, la guerra comercial Estados Unidos – China y la crisis nuclear con Irán sobrevuelan un ambiente económico que cada día más alimenta rumores de incertidumbre y desconfianza. En este contexto la Unión Europea navega en aguas turbulentas, objetivo de todas las miradas y de todos los enemigos que juegan a desestabilizarla. Pero al margen de estos movimientos Europa maneja su propia agenda, donde se juega la vida una vez más: el Brexit, las elecciones en distintos Estados miembros y la puesta en funcionamiento de la nueva Comisión Europea, como principales retos.

Boris Johnson, el mentiroso del brexit en el 10 de Downing street

Boris Johnson, el mentiroso del brexit en el 10 de Downing street

Uno de los más furibundos partidarios del Brexit se ha salido con la suya: Boris Johnson ya es primer ministro británico. Hoy por hoy, aun no se ha alcanzado un acuerdo para la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero dado que el verdadero leitmotiv de este esperpento político siempre ha sido el macabro juego de tronos por el liderazgo de tories y laboristas, el objetivo principal está ya en su poder. Él fue uno de los actores principales de la tragicomedia llena de falsedades para convencer a los británicos de las perversas maldades de Bruselas. Y él promovió todo tipo de traiciones contra su antecesora en el cargo, Theresa May, para torpedear el acuerdo firmado entre los negociadores a finales del año pasado. Ahora que duerme en el 10 de Downing Street se va a encontrar con la horma de su zapato, pues, tiene hasta el 31 de octubre para cerrar un acuerdo o para salirse sin ningún tipo de amparo jurídico. Se acabó el teatro y empieza la cruda realidad.

La Europa que Von der Leyen quiere

La Europa que Von der Leyen quiere

El pasado martes el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo, ratificaba la candidatura de la hasta ahora ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, como nueva presidenta de la Comisión Europea. Cuando tome posesión de su cargo, el próximo 1 de noviembre, será la primera mujer en dirigir el gobierno europeo. Su discurso, continuista en gran medida de las políticas llevadas a cabo por antecesor de centro-derecha, Jean-Claude Juncker, tuvo guiños suficientes a la izquierda moderada, a los liberales y a los Verdes, lo que posibilitó, aunque con el exiguo margen de nueve votos a favor, el plácet de la Eurocámara a su nombramiento. Una intervención en la que expuso con claridad la Europa que quiere contribuir a construir basada en un pacto verde para Europa; una economía que funcione para las personas; una Europa apta para la era digital; proteger nuestro modo de vida europeo; una Europa más fuerte en el mundo y, por último, un nuevo impulso a la democracia europea.

Merkel tiembla, Europa se estremece

Merkel tiembla, Europa se estremece

En los últimos meses la canciller Ángela Merkel ha protagonizado tres episodios de temblores en actos públicos, lo que ha disparado las alarmas sobre su estado de salud y su capacidad para seguir al frente del gobierno alemán. A estos rumores se une la debilidad mostrada por Merkel en los Consejos Europeos para el nombramiento de los candidatos a presidir las instituciones europeas los próximos 5 años. La otrora superpoderosa líder europea se ha visto ninguneada por sus colegas del Partido Popular Europeo y por el resto de los mandatarios, llegando incluso Macron a poner encima de la mesa el nombre de su ministra de Defensa como candidata a presidir la Comisión Europea. Una astuta treta del presidente galo cuyos portavoces se encargaron de filtrar adecuadamente a la prensa europea para minar la imagen de Merkel. En suma, un juego de tronos de alto riesgo, pues, la debilidad de Merkel, hoy por hoy, se traduce en la debilidad de Europa.

Europa renueva sus cargos: nuevas caras, viejos problemas

Europa renueva sus cargos: nuevas caras, viejos problemas

Tras un Consejo Europeo fallido y una cumbre extraordinaria de más de veinte horas de reuniones, los jefes de Gobierno europeos alcanzaron un acuerdo para renovar los cargos de las instituciones de la Unión Europea. Los nuevos máximos responsables de las políticas comunes tienen cinco años por delante para tratar de hacer frente a los desafíos internos y externos a los que se enfrenta Europa. Su propia elección ha puesto de manifiesto los viejos problemas que arrastra nuestro proyecto comunitario. Batallas de las familias políticas y guerra territorial de los Estados para ocupar cuotas de poder, han caracterizado unas intensas horas que se han saldado con sorpresas respecto a las personas elegidas, con poca experiencia alguna de ellas en el complejo entramado del juego institucional de Bruselas. El resumen: ganan Macron y los Populares europeos, pierden Merkel y los Socialdemócratas. Son irrelevantes, pese a sus buenos resultados electorales, los Liberales y los Verdes, mientras Italia pierde peso y los países de Visegrado son castigados por díscolos.

El giro liberal socialdemócrata de Sánchez

El giro liberal socialdemócrata de Sánchez

Pase lo que pase con la investidura pendiente de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, una cosa sí está clara: el líder socialista español ha dado un giro en su posición de alianzas europeas. Venimos de décadas en que España ha buscado la amistad y la cercanía de la gran potencia europea, Alemania, de la mano de la todopoderosa canciller Ángela Merkel. Sin embargo, en la cumbre europea de verano de la semana pasada, Sánchez cambió de pareja de baile y se lanzó a pactar con el presidente francés, Emmanuel Macron, los candidatos a presidir las instituciones europeas los próximos cinco años. No en vano, Sánchez y Macron son los líderes de las formaciones más votadas en las elecciones europeas en sus respectivas familias políticas. Están, pues, en disposición de buscar una mayoría que salga de la suma de los socialdemócratas y los liberales. Una jugada que dejaría aislados a los populares europeos, pero que también afecta a los intereses alemanes, lo que no ha sentado nada bien en Berlín.