La victoria de los republicanos en las elecciones legislativas norteamericanas pone a la UE entre la espada y la pared. El apoyo de los estadounidenses a la política de Bush da vía libre al líder republicano para emprender una batalla contra Irak y presiona de nuevo a la Unión para que adopte una posición clara. La respuesta de Bruselas, hasta hoy contradictoria, es fundamental para sentar las bases de lo que será su futura política exterior. El desafío ahora está en decidir si se da o no carta blanca al todopoderoso presidente norteamericano. No obstante, no sería de extrañar que una vez más la UE opte por la inhibición ante la coacción de EEUU, lo que supondría un nuevo fracaso de la política internacional comunitaria.
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