La industria de los alimentos genéticamente modificados pasa por un mal momento. Los límites que potencias como la UE están poniendo a la entrada de estos productos han llevado a las grandes productoras de OGM, apoyadas por Estados Unidos, a dirigir sus transgénicos hacia el Tercer Mundo. Algunos países en desarrollo intentan proteger sus campos y a sus consumidores, pero para preservar su independencia de las multinacionales de OGM van a necesitar el apoyo de los Quince.
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