El crecimiento anual real del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea y de la Eurozona fue del 1% y 0,8% respectivamente en 2002, tras el 1,6 y 1,5% registrado un año antes. Según la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat), esta ralentización del crecimiento se debió a la débil contribución de la demanda doméstica a la actividad económica. La caída de la demanda se basaría en una reducción de las inversiones, que se redujeron un 2,6% en 2002.
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