La Presidencia austriaca, cuya apertura oficial tuvo lugar ayer en Viena, tendrá seis meses para hacer frente a un gran número de asuntos, entre ellos el de la Política Agrícola Común (PAC), que ya produjo algún otro dolor de cabeza en las pasadas negociaciones de las perspectivas financieras. Austria tiene previsto afrontar el reto con dos objetivos en mente: por un lado, simplificar y mejorar la regulación de la PAC, y por otro, adaptarla a las exigencias de la estrategia de Lisboa, al introducir la innovación, la competitividad y la sostenibilidad en el sector agrícola. Además, tras la reforma del azúcar, prevé "meterle mano" a las frutas, las hortalizas, el vino, el lino y el cáñamo.
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