El caso Barroso ha encendido una luz sobre las puertas giratorias existentes en casi todas las instituciones comunitarias, desde la Comisión Europea, hasta el Banco Central Europeo, pasando por la Eurocámara y distintas agencias. Las organizaciones que estudian estos casos ven con preocupación que dichos escándalos puedan empeorar todavía más la imagen de decadencia del proyecto europeo.
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