Unión Europea

El problema del Partido Laborista con el antisemitismo

por Nacho Alarcón

Jeremy Corbyn, líder de los Laboristas
Jeremy Corbyn, líder de los Laboristas
Fuente: Twitter de Jeremy Corbyn

El Partido Laborista aprobó ayer la definición de “anisemita” de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, después de unos últimos meses en los que se ha acusado al líder de la formación de ser antisemita. Una fuerte campaña por parte de miembros de dentro del partido han obligado a la cúpula laborista a adoptar la definición de la AIRH.

La última etapa del problema del antisemitismo en el seno del Partido Laborista comenzó cuando Jeremy Corbyn fue elegido líder de la formación en el año 2015. Desde el primer momento se iniciaron investigaciones y se expulsaron a miembros de la formación que habían sido acusados de ser antisemitas. Dentro de lo que cabe no había demasiado debate: los grupos judíos del laborismo rechazaban que hubiera antisemitismo estructural dentro de la formación.

Los problemas volvieron en marzo de 2018. Salió a la luz que Corbyn había escrito un post en 2012 poniendo en duda la retirada de un mural en Londres con un claro contenido antisemita, en el que un grupo de empresarios judíos jugaban al ‘Monopoli’ sobre una mesa sostenida por un grupo de personas desnudas y agachapadas.

Una serie de eventos posteriores acabaron con el Partido Laborista de Israel cortando lazos tanto con Corbyn como con su oficina, y con un gran cuestionamiento por parte de algunos diputados y grupos judíos sobre el antisemitismo dentro de la formación que ocupa la oposición al Gobierno.

Todo ello ha obligado al partido a intentar cortar la crisis. Ayer, en una tensa reunión de tres horas, la formación laborista aprobó adoptar el término de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, con sus 11 ejemplos prácticos sobre antisemitismo. Durante el encuentro Corbyn propuso incluir una carta aclaratoria en la que se reflejara que “no debería ser considerado antisemita describir a Israel y sus políticas o las circunstancias sobre su fundación como racistas por su impacto discriminatorio, o apoyar otra solución para el conflicto israelí-palestino”.

La cúpula del partido rechazó la propuesta del líder, aunque finalmente sí que se incluyó una comunicación más corta que la primera propuesta y en la que ese párrafo no aparecía. Básicamente se aclara que debe existir libertad de expresión en Israel y se reconoce los derechos de los palestinos.

Sin embargo son muchos los laboristas que consideran que esta crisis, que dura ya cerca de medio año, está minando la credibilidad del partido. Margaret Hodge, diputada laborista, ha pedido a Corbyn que “comience a reconstruir la confianza” tras el largo escándalo y critica que el líder del partido intentara incluir una aclaración a la adopción del término de antisemitismo de página y media y que, según la diputada, habría ofendido más a la comunidad judía.

Corbyn, que cuenta con una gran oposición por parte de miembros del partido y de diputados que lo consideran dañino para la formación, aseguró durante la tensa reunión de ayer que los Laboristas tienen un compromiso con “erradicar el cáncer social del antisemitismo”, según aseguraron fuentes de la formación al diario The Guardian.

Este es solo un ejemplo más de la fuerte oposición interna que existe dentro del partido y que se extiende a otros aspectos de la política interna: los Laboristas tienen un fuerte y duro debate sobre qué tipo de Brexit deben defender y sobre si debe haber un segundo referéndum. Corbyn ha sido aupado por las bases de la formación, pero una buena parte de los diputados y del estamento del laborismo, engranajes de la maquinaria del partido, ven en él un riesgo para la formación.