Brexit

La hora del té (LIV) – Brexit para cenar

por Nacho Alarcón

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Fuente: Consejo Europeo

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Esta ha sido otra cumbre “crucial” que ha acabado quedándose en un encuentro descafeinado y en el que Theresa May, primera ministra británica, ha vuelto a ganar un par de semanas. Una reunión que ha sido el colofón de una semana que parecía clave para las negociaciones y que podía acabar con un acuerdo en el Consejo Europeo de este miércoles.

Esas eran las expectativas, pero todo se torció el domingo. Los equipos negociadores, el británico liderado por Olly Robbins y el europeo por Sabine Weyand fueron acercando posiciones paulatinamente durante la semana pasada cuando las conversaciones entraron en lo que se denominó un “túnel”: sin filtraciones y sin informar a nadie para tener algo de espacio negociador.

El domingo May envió a Bruselas a Dominic Raab, ministro del Brexit, para recoger el testigo de las negociaciones técnicas y decidir si se le ponía un broche y se cerraba el Acuerdo de Salida. Pero según fuentes diplomáticas Raab consideró que el pacto que ofrecía Bruselas “no era aceptable”.

La sensación es que Robbins y Weyand estuvieron cerca de cerrar un acuerdo sobre cómo mantener abierta la frontera en la isla de Irlandael asunto que sigue haciendo que las conversaciones estén en punto muerto. “Los políticos – en referencia a Raab y el Ejecutivo británico – no han querido ir más allá”, aseguraban este miércoles fuentes diplomáticas. Es un esquema típico en las negociaciones y algo que ya vimos cuando se cerró un acuerdo para el ‘Joint Report’ de diciembre de 2017, cuando el último empujón político costó mucho más que el encaje técnico.

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La reunión del domingo no terminó bien. El británico llegó sobre las 16:30, media hora tarde. Poco más de una hora de tenso encuentro entre Raab y Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea, sirvió para constatar que no había acuerdo. Todo el engranaje, preparado para funcionar en caso de que el francés señalara que había un compromiso, se atascó.

Los embajadores permanentes ante la UE habían sido convocados a las 18:30 con la esperanza de poder informarles sobre un acuerdo. Eso activaría la siguiente palanca, una reunión de sherpas (representantes de los primeros ministros) que terminaran de poner puntos y comas al acuerdo a partir del lunes. Lo que ocurrió fue que Weyand les informó de que el encuentro no había ido bien, y la reunión de sherpas quedó cancelada.

Weyand también informó a los embajadores de que las negociaciones a nivel técnico, que habían funcionado de forma ininterrumpida durante las últimas semanas, quedaban congeladas hasta después del encuentro del Consejo Europeo.

En las 48 horas posteriores, May tuvo que enfrentarse a dos de los elementos que hacen que el ambiente político en Londres sea irrespirable. Por un lado realizó un discurso ante el Parlamento británico en el que insistió en sus mensajes tradicionales y en que no cedería al backstop propuesto por la Unión Europea. El martes se reunió con su gabinete y pidió unidad sobre el Brexit.

A mediodía del miércoles la primera ministra abandonaba un Londres caótico para llegar a una Bruselas impaciente. Se reunió primero con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y luego con Donald Tusk, presidente del Consejo.

Solo 24 horas antes el polaco había asegurado que no había terreno para el optimismo y que esperaba que May rompiera el “impás” realizando nuevas propuestas.

La coreografía del miércoles estaba clara. Primero May habló ante los líderes reunidos en la tercera planta del Edificio Europa, en una de las salas más grandes de las instalaciones. Como de costumbre nadie contestó, y la razón es que los líderes no se mueven un milímetro del procedimiento: el negociador es y seguirá siendo Barnier, y solo él puede negociar.

Antonio Tajani, presidente de la Eurocámara, que estaba presente en el encuentro, explicó el discurso de May cuando abandonó la habitación. El italiano aseguró que no había nada “sustancialmente nuevo” en la intervención de la primera ministra británica. Una fuente europea coincidió en el análisis de Tajani, y añadió que el ambiente sí que era mucho mejor y menos “agresivo”.

Pero eso no significa que sean buenas noticias. Tanto los líderes como distintas fuentes diplomáticas han insistido en la misma idea: esperaban que hubiera un acuerdo “virtual” en la cumbre de octubre, y eso no ha ocurrido.

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Después los jefes de Estado y de Gobierno subieron a la decimoprimera planta, una sala pequeña, en la que cenaron y discutieron sobre qué hacer a partir de este momento. Había una decisión de procedimiento muy importante: convocar o no la cumbre extraordinaria de noviembre que los líderes bloquearon para el 17 y 18 de noviembre con la intención de terminar de cerrar el Acuerdo de Salida, teniendo en cuenta que esperaban que ya hubiera un principio de acuerdo para esta semana.

Y la decisión fue, como era esperable, no convocarla. Eso sí, la fecha sigue bloqueada. Los líderes dieron a Barnier una importante ración de palmadas en la espalda y depositaron en él toda su confianza: si él certificaba que había un “progreso decisivo” en las próximas semanas se convocaría la reunión. Está en sus manos.

La fecha está bloqueada por si las moscas. Está encima de la mesa la opción de que en caso de que no haya acuerdo para esas fechas los líderes convoquen la reunión pero para una cumbre sobre un Brexit sin acuerdo. Es decir, centrada en los preparativos para dicho escenario y para, de camino, meter más presión a Londres.

La UE va a seguir intentando el acuerdo hasta el último momento, pero es innegable que el tiempo se agota. El problema es que el ambiente político en la capital británica es irrespirable, a cada paso que da la primera ministra al instante siguiente es atacada por diputados euroescépticos y parte de los proeuropeos. Eso hace que los acuerdos técnicos estén tan lejos en el plano político.

Transición

Uno de los puntos más destacados fue que durante su intervención May se mostró “abierta” a la posibilidad de que el Reino Unido extendiera el periodo de transición, ese que, en caso de haber acuerdo, se abre a partir del 30 de marzo de 2019 hasta el 31 de diciembre de 2020.

Durante esos 21 meses, que sirven para que todos los sectores implicados se preparen para una nueva realidad, Londres y Bruselas deberán negociar las relaciones futuras, el acuerdo de libre comercio. El problema es que un trato de ese estilo suele tomar algo más de 21 meses. En concreto el acuerdo comercial con Canadá tardó 7 años en negociarse.

En la mañana de este jueves, después de que los euroescépticos hayan criticado muy duramente que May se mostrara el miércoles “abierta” a una extensión, la primera ministra ha matizado que la misma sería únicamente cuestión de meses.

Tusk ha asegurado en la rueda de prensa del jueves que la posible extensión no ha sido discutida por los líderes, pero que si dicha acción pudiera “ayudar a alcanzar un acuerdo” está “seguro de que estarían listos para considerarlo”.

¿Un análisis general? El tono político ha mejorado mucho. Siguen existiendo diferencias, pero la esperanza en que se pueda alcanzar un acuerdo está ahí.


En el Reino Unido…

  • Informando a la industria: por encima de todo el Partido Conservador ha sido siempre la formación de la industria y de los empresarios. Al conjunto le hizo mucho daño cuando hace meses Boris Johnson, ministro de Asuntos Exteriores, dijo aquel “F*ck Business”. Una parte de la formación pone al Brexit por encima de su alianza histórica con la industria. Ahora May intenta reconstruir esa estrecha relación. Por eso el viernes ha invitado a 150 empresas para informarles del estado de las negociaciones del Brexit.

  • Vuelta al ‘lo tomas o lo dejas’: después de que el Gobierno de May se salvara hace meses de una dolorosa derrota en el Parlamento que habría quitado poder al Ejecutivo y se lo habría dado a la Cámara prometiendo a los diputados dudosos un ‘voto significativo’ sobre el Acuerdo de Salida, Dominic Raab ha vuelto a la versión anterior de la historia. En una carta enviada hoy a los diputados ha señalado que sus señorías tendrán que elegir entre votar a favor del Acuerdo o votar en contra, pero que ese voto negativo significaría un Brexit sin acuerdo.

  • El momento laborista: un grupo de diputados del Partido Laborista pide al líder, Jeremy Corbyn, que registre una moción de censura contra Theresa May para escenificar la falta de apoyo que la líder conservadora tiene en la Cámara de los Comunes. La oposición tiene previsto votar en contra de cualquier acuerdo del Brexit que cierre la primera ministra, y este grupo de diputados piden adelantar ese momento para evitar un escenario que avoque a un no acuerdo por falta de tiempo.

  • “Desastroso”: Steven Armstrong, jefe de la sección europea de Ford, ha asegurado que el Brexit sería “desastroso” para la compañía y que podría afectar al futuro de la compañía en el Reino Unido.

  • Problemas de financiación: la Asociación de Gobiernos Locales asegura que el Reino Unido, sus alcaldías y regiones, podrían perder 1.000 millones de euros en financiación europea. Según la asociación solo se han repartido el 48% de los 3.100 millones de euros del Marco Financiero Plurianual (MFP).

En el continente…

  • Birras & Brexit: tras la cena del Consejo Europeo de este miércoles Emmanuel Macron, presidente galo, y Angela Merkel, canciller alemana, se marcharon del encuentro caminando juntos. Poco después se captó una foto de ambos junto a Xavier Bettel, primer ministro luxemburgués, y su homólogo belga Charles Michel tomando una cerveza en la Grand Place de Bruselas. Bettel ha explicado este jueves que invitó a los otros líderes a una birra por su reelección como líder luxemburgués.Dpx-Vi-Gf-XUAAck-Fv

  • Reforzar a Barnier: una de las misiones clave del Consejo Europeo ha sido reforzar el papel del negociador jefe. Fuentes diplomáticas señalaban antes del encuentro que con cada mes la confianza en el francés no hace más que aumentar. A su entrada los líderes han destacado el trabajo de Barnier por encima del resto de temas. Ha sido una respuesta de nuevo contundente al tradicional intento británico de minar el papel del negociador.

  • Efecto Brexit: el Parlamento Europeo se ha mostrado muy positivo respecto a un Eurobarómetro que refleja una creciente valoración de la pertenencia a la Unión Europea. La Eurocámara lo denomina el ‘efecto Brexit’. En el comunicado de prensa correspondiente Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, ha señalado que a medida que “los detalles del Acuerdo de Salida del Reino Unido están siendo finalizados, estas figuras reflejan la creciente apreciación de los beneficios de la pertenencia a la UE en todo el continente. En cualquier caso hay mucho trabajo que hacer”. En el caso español, 3 de cada 4 ciudadanos consideran que el país se ha beneficiado de la pertenencia al club comunitario.

  • Gibraltar: uno de los temas que nos han ocupado estos últimos días ha sido Gibraltar. La negociación sobre la roca está casi terminada, aunque las conversaciones se han llevado con total secretismo. Lo poco que sabemos es que habrá un protocolo sobre el Peñón el Acuerdo de Salida con cinco memorándums (sobre cooperación en seguridad, derechos de los ciudadanos, tabaco, medio ambiente y tratado fiscal) que son negociados de forma distinta y pueden incluso cerrarse después del 29 de marzo de 2019. A principios de la semana Josep Borrell, ministro español de Exteriores, aseguraba que Gibraltar no sería “una piedra” en el camino hacia el acuerdo del Brexit. Ayer en la comisión mixta sobre la UE señaló que “si mañana hubiera que firmar (un Acuerdo de Salida) Gibraltar no sería un problema”, porque el protocolo que debe ir escrito en el texto legal está “casi resuelto” aunque los cinco memorándums estén mucho más en el aire.

  • Irlanda como ejemplo: esta semana ha vuelto a fracasar el intento británico de hacer que los jefes de Estado y de Gobierno del resto de la UE dejen de apoyar el pulso irlandés por mantener la frontera con Irlanda del Norte abierta. Si algo ha enseñado el Brexit en el caso irlandés es que la UE tiene utilidad a la hora de defender los intereses de los países pequeños frente a los grandes de fuera de la Unión. Lo contamos en este análisis.