La invasión de Ucrania ha sido una crisis a cámara lenta, tanto en términos de desarrollo como de reacción por parte de la UE. Tras unos momentos iniciales de sorpresa y comedimiento, la conciencia de la gravedad de la situación y sus implicaciones geopolíticas han llevado a la UE a aplicar fuertes sanciones a Rusia, no sólo comerciales y personales, sino también financieras, incluyendo la exclusión de varios bancos rusos del sistema de mensajería bancaria SWIFT y la congelación de las reservas exteriores del Banco Central de Rusia. Limitar el acceso de Rusia a los sistemas de pagos y su posibilidad de intervenir en los mercados de divisas tendrá un fuerte impacto en su economía y en su estabilidad financiera (de hecho, la reacción inmediata ha sido una fuerte subida del tipo de interés del rublo y controles de capitales).