Es Málaga una ciudad inquieta, atenta a los devenires, iluminada por una historia de ciudad de encrucijada, mediterránea, situada en el observatorio privilegiado de la historia más clásica del mundo. La ciudad es un balcón de asombros, resuelta como pincelada biográfica de seres privilegiados. Picasso, uno de sus hijos ilustres, sabría elevarla a la dimensión justa de un ámbito mitológico pacífico. Antonio Gala supo definirla como un anticipo del paraíso. Ortega y Gasset, que vivió en ella seis años, dijo sentirse allí emperador “dentro de una gota de luz, en un imperio más azul y esplendoroso que la tierra de los mandarines”.