Parece una evidencia que la crisis sanitaria causada por el coronavirus está poniendo a prueba todas las piezas del engranaje del sistema de sociedad en el que vivimos. Ha puesto en jaque a la globalización forzando el cierre de fronteras en Italia o complicando al extremo la producción por la falta de suministros procedentes de China y, en el caso de la Unión Europea, pone en evidencia la capacidad que dicha unidad tiene para afrontar un reto de tan tremenda magnitud epidemiológica y económica. De momento, la UE ha tratado de mostrar una imagen de colaboración mutua, pero la realidad es que cada país ha adoptado medidas en función de lo que considera sus necesidades. Sin embargo, parece bastante obvio, que en un espacio sin limitaciones de movimiento de personas como es el representado por Schengen en Europa, deberíamos poner en marcha políticas europeas para hacer frente a este tipo de crisis y no ir cada uno a la guerra por nuestra cuenta.
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