La noche del 30 de septiembre de 1938 los jefes de gobierno de Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, firmaban los acuerdos de Múnich con el objetivo de solucionar la crisis de los Sudetes. El resultado de la entrega de este territorio de Checoslovaquia al III Reich de Hitler, no solo no contribuyó a parar la II Guerra Mundial, sino que significó un grave precedente de traición a un pueblo y una muestra del precio que tiene el miedo de Europa. El viejo continente vuelve a estar envuelto en llamas y bombardeos en Ucrania, tras la invasión de Putin hace ya casi un año. Las consecuencias económicas para la UE han dejado una dura huella en forma de decrecimiento e inflación. En ese contexto, surgen las voces que piden una negociación con el Kremlin sobre la base del concepto de “paz por territorios”. Mientras, sin embargo, las instituciones europeas y la práctica totalidad de sus gobiernos, salvo el del ultranacionalista Orbán, cierran filas en torno a la necesidad de redoblar la ayuda a Ucrania en el conflicto.
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