El pasado fin de semana la organización palestina Hamás atacaba territorios israelíes recrudeciendo una crisis que, década tras década, ha convertido Oriente Medio en un polvorín del escenario internacional. Más allá del drama y la tragedia de las víctimas causadas y sin ánimo de establecer juicios de valor sobre el conflicto, conviene analizar el papel que la Unión Europea puede jugar en esta guerra y sobre las consecuencias que para los europeos podría tener. Las primeras reacciones desde Bruselas, precipitadas y poco consensuadas ha provocado un ir y venir absurdo, sin un posicionamiento claro, más allá de las tradicionales llamadas a la paz, sin contenido alguno. Es evidente, que detrás de la contienda local, se ponen en juego posiciones globales con potencias externas implicadas junto a uno y otro bando, un contexto en el que una vez más, la UE se ha quedado en fuera de juego, además de descubrir al mundo sus vergüenzas en política exterior común.