Silvio Berlusconi, primer ministro italiano y recién estrenado presidente del Consejo Europeo, y Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, no son los mejores amigos. Pero los próximos seis meses deberán estrechar sus lazos más que nunca para hacer que la Unión Europea funcione como es debido. Berlusconi comenzaba con mal pie esta semana durante la presentación de sus prioridades de trabajo ante el Parlamento Europeo, al insultar a un eurodiputado alemán comparándolo con un nazi, aunque su reunión hoy con el gabinete de comisarios ha sido mucho menos escandalosa. Simplemente, la química entre Prodi y Berlusconi no existe.
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