La decisión de las autoridades rusas de suspender la importación de productos de origen animal procedentes de doce países de la UE ha provocó sorpresa en la Comisión Europea, que considera sus productos de un nivel elevado de seguridad. La polémica llega en un momento en el que ambas partes estrechan sus relaciones para la creación de espacios de cooperación común. La medida podría causar pérdidas anuales de 1.300 millones de euros.
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