Flaco favor están haciendo a Europa nuestros jefes de Estado y de Gobierno cargando las tintas. No, la Unión Europea, al contrario de lo que coreaban todos al final de la cumbre, empezando por el europeistísimo Claude Juncker, no está "en crisis profunda". ¿Por qué empeñarse en vincular unos fracasos políticos personales de última hora -el Tratado Constitucional, las perspectivas financieras- con el futuro de un proceso de integración que se desarrolla desde hace 55 años y que ha dado los mejores frutos en paz y prosperidad a sus socios?
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