Los procesos electorales pueden, paradójicamente, servir para que grupos antidemocráticos tomen el poder. Pero la democratización no es un proceso lineal y no es posible imponerla desde fuera aunque terceros actores puedan cumplir un papel relevante. La victoria de Hamás en las elecciones palestinas del mes pasado es un buen ejemplo de esta parajoda y conlleva importantes implicaciones para las partes Israel, la Autoridad Palestina y el propio Hamás) y para, principalmente, dos actores externos: la Unión Europea y Estados Unidos. Éstas son las principales conclusiones de un informe elaborado por Mariano Aguirre, codirector y coordinador de programas de paz, seguridad y derechos humanos de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
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