La Unión Europea debería esforzarse por atraer la atención de talentos procedentes de terceros países -del mismo modo que lo hacen Australia, Canadá y Suiza, en la actualidad- si quiere lograr ser la economía más competitiva del mundo en 2010, tal y como prevé la agenda de Lisboa. El economista alemán Jakob von Weizsacher asegura, en un estudio realizado para el grupo de expertos Bruegel, que "los efectos económicos de una inmigración altamente cualificada son positivos para el país receptor".
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