El establecimiento de la Nueva Agenda Transatlántica (New Transatlantic Agenda, NTA) en 1995 respondía a la necesidad de conseguir un mayor entendimiento entre dos de las más importantes entidades económicas del mundo: la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EEUU). De otro modo, ambas llegarían a estorbarse en vez de colaborar productivamente. Sin embargo, los obstáculos para que la NTA consiga su objetivo final (la creación de un mercado único UE-EEUU) no son escasos. La historia de la Agenda muestra que el progreso ha sido difícil, y que probablemente lo será aún más en el futuro, ya que quedan por alcanzar los mayores retos. En todo caso, si hay algo que haya empujado hacia delante el proyecto han sido los empresarios de ambas orillas del Atlántico, interesados en explotar todo lo que este mercado puede dar de sí: miles de millones de dólares.
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