Una vez más la Unión Europea intenta reaccionar no cuando ve acercarse al lobo, sino cuando éste empieza a morder. La moratoria declarada por la mayor parte de los países de Europa occidental entre los años 70 y 80 no ha conseguido, como contrapeso, desarrollar unas energías alternativas capaz de asegurar el abastecimiento, y ahora empiezan a saltar las señales de alarma en términos de cambio climático, cortes del suministro externo y alarmantes apagones. Ante la urgencia de las amenazas, la Comisión Europea ha presentado hoy un plan de acción, que deberá ser refrendado en marzo por los jefes de Estado y de Gobierno, con los objetivos de crear un verdadero mercado interior de la energía - con una red de interconexión fluida-, enseñar a los europeos a ahorrar -el objetivo es reducir la factura un 20% en 2020- y desarrollar por fin fuentes de energías propias viables -las famosas "renovables"- pero sin dejar las fósiles y volviendo a impulsar la nuclear. La economía y el medio ambiente se dan de la mano en esta estrategia, que incluye unos objetivos para el "post-Kyoto" de reducir las emisiones de CO2 en al menos un 20%. Todo ello es presentado como una "nueva revolución industrial", liderada por Europa, si se lograra el éxito.