El pasado 30 de octubre, los equipos negociadores de Roberto Micheletti y Manuel Zelaya acordaron el fin de la crisis institucional que desde hace cuatro meses arrastra el país centroamericano. El presidente depuesto y el golpista que le sucedió convinieron dejar en manos del Congreso Nacional la restitución de Zelaya, con la condición de que éste renuncie a su plan de reforma de la Constitución y acepte la celebración de las elecciones previstas por Micheletti para el próximo 29 de noviembre. Sin embargo, las tensiones no han remitido del todo: el presidente golpista no da por hecho que Zelaya tenga que ser necesariamente el presidente hasta entonces, y los militares recelan de las represalias que puedan recibir por propiciar el golpe de Estado. La UE espera que los comicios se celebren "en plenas condiciones de transparencia".