La sensación tras la determinante consulta es de contradicción. Un respaldo del 91,6% del ‘Sí’ en un referéndum se vería en cualquier parte del mundo como una victoria contundente. Pero la baja participación nubló la jornada del domingo en Skopje: solo acudieron a las urnas el 36,9% de los 1,8 millones de macedonios censados. Para pasar esta prueba determinante para el futuro del país en la UE y la OTAN, el plebiscito necesitaba la participación de al menos el 50% de la población. Bruselas se agarra al apoyo masivo para continuar con el proceso.