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Radiografía de una factura de la luz en España: ¿por qué es más cara que en Europa?

por Jorge Aguado

Entender la energía en España ha sido siempre una metáfora del “caos”. España es uno de los países con la energía más cara por detrás de Alemania y Bélgica. El futuro en Europa se divisa más renovable y sostenible. La Comisión Europea quiere fomentar las energías verdes para 2020 y reducir los cupos de contaminación en un 45%, lo que está encareciendo la factura. La transición energética está en el orden del día de las instituciones y los consumidores.

‘La Dolorosa’ duele más cuando lo que trae es el precio de la luz. En España sube de forma continua, y se nota especialmente en un contexto de estancamiento de los sueldos. Es cada vez más un problema serio para muchas familias y empresas que no saben a cuánto ascenderá el importe a pagar en la siguiente factura.

Cuando llega, el precio de la luz deja muchas cosas en la oscuridad: impuestos, subastas, malas praxis y decisiones gubernamentales. Unido a factores externos como a la poca producción de energía renovable o a la meteorología, el precio no hace más que encarecerse. Una jungla en la que pocos desean adentrarse y que tiene un claro perdedor: el consumidor español.

El precio de la electricidad en el país mediterráneo es un laberinto de subastas, cambios del clima, compañías eléctricas e impuestos del Estado que pueden llegar a pasar de los 40 euros el megavatio (Mwh) a los 80 euros. Esta alteración del mercado eléctrico que ha hecho que España se convierta en el país de la Unión Europea con uno de los precios más altos de toda la zona comunitaria.

¿Cómo se decide el precio en España?

Cada día se calcula la cantidad de electricidad que se consumirá en la jornada siguiente y se realiza una subasta diaria en la que participan las empresas de la energía, es lo que se llama la “subasta eléctrica” o “pool”. Esta subasta es llevada a cabo por el Operador del Mercado Ibérico de Energía, también conocido como OMIE.

Imaginemos un caso práctico. Mañana será necesario un paquete de 100 Mwh que deberá ser repartido entre las distintas ofertas que se realicen. Las primeras en entrar serán las ofertas energéticas más baratas, como las renovables y nucleares. Una vez se agotan, entran en el paquete las siguientes energías, más caras. Y por último, acaban con lo que queda de cupo las energías fósiles, que son las más caras. Estas últimas son las que marcan el precio del paquete total: conocido como “precio de mercado”. En otras palabras: lo que usted pagaría de no ser por impuestos y transporte de esa energía.

La tarifa eléctrica final se forma por la unión de este precio de mercado (37.5% del precio total), de los peajes en los que se une el transporte de la electricidad de alta y baja tensión (41.5%) y los impuestos (21%). Esto es lo que al final paga el consumidor.

¿Y qué papel juega el Gobierno?

España ha visto como entre Gobierno y Gobierno, los presidentes prometían cambios en las tarifas de la luz para hacerlas “más justas”. Promesas que iban quedando en la mesa porque se encontraban con la jungla del sistema eléctrico y los parches de los anteriores  administradores de La Moncloa.  

“Un mareo continuo cada vez que hay un nuevo Gobierno”, explica a Aquí Europa una fuente interna de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia. En las últimas semanas, el Gobierno de Pedro Sánchez suspendió el impuesto del 7% a la generación eléctrica. Un impuesto que en cualquier momento puede ser vuelto a poner. A pesar de todo, desde el Ministerio de Transición Ecológica ya han anunciado una “profunda reforma” del sistema eléctrico español.

¿Afecta la meteorología?

Sí. ¿Recuerdan a Mariano Rajoy, expresidente de España, diciendo “va a llover”, tras una sequía que causó un aumento extraordinario del precio de la luz en el verano del 2017? Este comentario ocurrió tras sufrir el país una sequía sin precedentes. En épocas de poca lluvia o viento, las renovables no pueden entrar en la subasta del paquete eléctrico y esto provoca que seamos más dependientes de las energías fósiles, por lo que aumenta la factura.

Es por ello que desde Europa se ha empezado a buscar alternativas a los materiales fósiles. Y eso pasa por una mayor inversión en energías renovables. Con el paquete de medidas propuesto por la Comisión Europea y conocidas como “Energía limpia para todos los europeos”, los países tendrán que producir un mínimo del 20% de energía renovable para 2020.

Por último, se debe contar con las propias manipulaciones de mercado de las compañías eléctricas. Iberdrola, en el invierno del 2016, decidió no abrir los embalses para crear energía hidráulica a pesar de tener la posibilidad de hacerlo. “Esto lo investigamos y sancionamos con una multa de 25 millones de euros”, subrayan desde Competencia, que son los encargados de velar por la justicia entre empresas energéticas.

¿Esto hace la factura más cara?

Siendo España uno de los países con mayor sol y recursos para potenciar las energías renovables, que a la larga son más baratas, la pregunta radica en por qué la factura es una de las más caras de Europa.

Para el Ministerio de Transición Ecológica, que engloba las carteras de Energía y Medio Ambiente, el alto precio se debe a tres motivos: “El primero es que nos hemos encontrado con un abandono de las renovables por pate de anteriores gobiernos un abandono, siendo las políticas poco predecibles e ineficientes. Le sigue la falta de visión del conjunto, que se ha ido parcheando y el aumento del precio de los materiales", explican fuentes del ministerio a Aquí Europa.

Fuentes del sector eléctrico lo ven con otros ojos. Para ellos, los motivos del alto precio son los impuestos a la producción y a  las tecnologías del mercado. “Hay que tener en cuenta que la generación energética en España está diversificada en diferentes energías que hacen que los precios, sin la existencia de impuestos, tuviesen que estar alineados con los principales países de nuestro entorno”, expresaban por teléfono.

“Necesitamos una reforma urgente y profunda del sistema energético”, apunta el ministerio. Y esto es un deber que tiene que llegar pronto, pues otros países ya se han puesto manos a la obra en materia energética.

Las energías en Europa

Para comprender precio de las energías en el continente europeo hay que tener en cuenta que dentro del mix que forman todos los tipos de energía, las renovables y nucleares son más baratas, mientras que las basadas en el carbón o petróleo son más caras.

En el caso de Europa occidental, según los datos del Oficina Europea de Estadística (Eurostat) del segundo semestre del 2017, países como Alemania, tienen los precios más altos debido a un uso primario de carbón (63,7% de creación energética del total), así como Italia, con un mix del 67,7% de combustible fósil y 32,1% renovable. Un poco más al oeste, Francia utiliza en su mayoría energía basada en nucleares con un 71,6% de generación y 16.6% de renovables, siendo el de combustibles fósiles de tan sólo un 11,8% del total. España por su parte utilizó un 32,5% de combustibles fósiles.

En el caso de España, el factor meteorológico se debe tener en cuenta, puesto que al sufrir varios episodios de sequías, las centrales hidroeléctricas no funcionaron. Por su parte, los franceses tuvieron que importar energía debido a las investigaciones que se estaban llevando a cabo en las centrales nucleares y que produjeron un cierre temporal de las mismas. Al ser el europeo un mercado interconectado, cada vez que un país vecino necesita energía, sale a comprarla, elevando los precios de mercado. A día de hoy, “los precios más altos de energía lo están teniendo Gran Bretaña e Italia”, nos informa Jesús Calabozo, técnico del OMIE, para que entendamos que el mercado es muy variable.

En la tabla de posiciones de venta (antes de impuestos) de la energía, encontramos a Alemania, Portugal y Bélgica en las primeras posiciones, ocupando la española la quinta posición.

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En Europa del este, países como Ucrania, Serbia, Albania, Bulgaria o Turquía  tienen los precios más baratos. Esto es debido al intenso uso de las centrales nucleares. Las nucleares son las energías más baratas principalmente porque no pueden parar su funcionamiento. Apagar y volver a encender sale muy caro, por lo que deben bajar el precio de venta de la energía para entrar en el paquete de la subasta.

Pero a pesar de ser barata es muy contaminante: para crear esta energía se necesita materiales radioactivos que después se convierten en basura que se pasa almacenada debajo de la tierra décadas.

Los países con la energía más barata son Ucrania y Serbia. En el caso ucraniano, se debe al uso de las centrales nucleares, aunque a largo plazo van a tener que reformar su sistema debido a la antigüedad de las mismas. Por su parte, en Serbia, la electricidad está regulada por el Estado, por lo que el precio es mantenido por el gobierno.

Si miramos el futuro de los países, vemos una tendencia hacia la creación y aumento de más energías renovables. Alemania se encuentra en un proceso del más que probable cierre de sus minas de carbón y lignito, como hemos explicado en Aquí Europa, mientras que Francia cerrará un tercio de sus centrales en ocho años. Bélgica por su parte cerrará en 2025 su energía nuclear. En cuanto al resto de países, la Comisión Europea está trabajando en implementar.

Otros problemas y las soluciones

Otra de las variables que suele marcar el precio final, es el precio de los derechos de emisión de CO2. Estos derechos son unos ratios de contaminación regulados por  el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (EU ETS). En ella, se establecen las emisiones de CO2 que los países pueden emitir sin ser multados por exceso de contaminación.

Este cupo se concede a los países y estos se venden a las empresas e industrias. Esta medida fue implantada por la Unión Europea para cumplir con los protocolos de Kioto. Ahora con los Acuerdos de París, la Comisión ha propuesto un aumento del precio de los cupos para recortar las emisiones. Esta subida de precio va directa al consumidor. Para ponerlo más claro: por cada euro que sube el precio del CO2, sube el precio de la luz del consumidor.

Como solución, desde Europa se aboga por una transición energética hacia energías renovables. Además, el autoconsumo y la cooperación entre consumidores están incrementándose cada vez más, restando poder a la industria energética. Por último, la educación de los consumidores en materia de facturación eléctrica se vislumbra necesaria. Todo ello con un fin: que la factura de la luz sea más barata a la vez que cuidamos más del medio ambiente.