Unión Europea

Merkel abandona el liderazgo de la CDU tras el último batacazo electoral

por Nacho Alarcón

Angela Merkel, canciller alemana y la figura política europea más portentosa del siglo XXI, comienza a apagarse. Las elecciones en Hesse, en las que su CDU y los Socialdemócratas (SPD) han sufrido un severo varapalo, han llevado a la líder conservadora a decidir no presentarse para liderar la formación. Mientras tanto la gran coalición que mantienen con el propio SPD, empieza a ser cada vez menos estable.

Cuando finalizaba su mandato, en 2017, la canciller estaba cansada. No obstante, tenía una responsabilidad: la crisis migratoria de 2015 había hecho mucho daño a la derecha moderada alemana, y su política de puertas abiertas estaba saliendo muy cara en términos electorales. Por eso la CDU no se podía permitir perder a su gran líder de cara a unos comicios cruciales en los que los votantes podían castigar al partido todavía más si al frente no estaba ‘mutti’ Merkel, una figura política que atraía a jóvenes votantes, que era símbolo de estabilidad y una garantía de Gobierno.

Hoy, un año después, Merkel ha anunciado que abandonará el liderazgo de la CDU, que ahora deberá elegir un nuevo líder. Todavía está por ver en qué situación queda el Gobierno después de que los dos socios que forman el Ejecutivo, CDU y SPD, hayan perdido respectivamente 10 puntos en las últimas elecciones celebradas en Hesse.

El camino hasta aquí

La canciller acabó presentándose en 2017 en contra de lo que deseaba. Y desde entonces todo han sido malas noticias. Los resultados electorales no fueron buenos, la negociación para una coalición con Los Verdes y los liberales del FPD no funcionó cuando los segundos olieron sangre y notaron débil a Merkel, haciendo colapsar las conversaciones. Al final la CDU acabó entrando en negociación con una SPD que no quería una nueva gran coalición pero que se sentaba a la mesa por presión. Un matrimonio de conveniencia no deseado por ninguna de las dos partes contrayentes.

El Gobierno fue débil desde el primer día. Pero las cosas han empezado a empeorar en las últimas semanas. Primero, una debacle total en Baviera, donde los socialcristianos de la CSU, el partido hermano de la CDU en Baviera, perdieron la mayoría absoluta, algo de lo que culpan a la política migratoria de Merkel. De hecho el líder de la CSU tiene una muy mala relación con la canciller.

Ahora, solo unas semanas después llega un segundo varapalo: las elecciones en Hesse, celebradas ayer, y en las que tanto la CDU como el SPD sufrieron un desplome de cerca de 10 puntos. Los conservadores se quedaron en el 28% de los votos, y los socialdemócratas en un 20%. Mientras tanto los grandes vencedores de la jornada vuelven a ser, como en Baviera, Los Verdes: han obtenido un 20% de los votos.

Al SPD, liderado por Andrea Nahles, la situación empieza a hacérsele insostenible. Nahles, una joven presidenta apoyada fundamentalmente por los sectores de las juventudes socialistas, culpa a la gran coalición del debacle electoral. Cree que es su asociación con los conservadores lo que hace que los votantes rechacen a los socialdemócratas, y eso convierte en un escenario muy probable el que el SPD acabe retirándose del Gobierno. Lo que lleva a dos posibles escenarios: un Ejecutivo de la CDU en minoría o unas nuevas elecciones.

El futuro

En diciembre la CDU deberá elegir un nuevo líder, y todos los ojos están puestos sobre el SPD. Dependiendo de lo que haga el Gobierno tendrá o no futuro. Y si finalmente cae, los rumores que indican que Merkel podría acabar dando el salto a la política europea aumentarán.

Desde hace tiempo se señala que la canciller podría ser una buena presidenta del Consejo, o incluso también de la Comisión Europea, pero hasta hace poco todos estos rumores han sido desacreditados. En cualquier caso y aunque los rumores acaben siendo ciertos, el camino de Merkel hacia el Ejecutivo comunitario no sería sencillo. La alemana no se presenta al proceso del spitzenkandidat, el procedimiento por el cual cada partido elige un cabeza de lista que es candidato a presidir el Ejecutivo comunitario, pero según los Tratados es el Consejo quien propone un candidato, y el Parlamento debe aprobarlo. Las capitales quieren seguir reteniendo el poder de proponer el nombre, pero al mismo tiempo las principales fuerzas políticas en la cámara defienden a capa y espada el sistema de los cabeza de listas y no darán su brazo a torcer fácilmente. Mucho más fácil sería para la canciller convertirse en presidenta del Consejo, algo que, dentro de los rumores, parece más plausible.