No era una tarea fácil, pero mantener vivo el acuerdo nuclear iraní está siendo más complicado que lo previsto en mayo, cuando Estados Unidos se retiró del pacto. Desde entonces, la UE no ha temblado a la hora de proclamar que defendería su continuidad así como a sus empresas de las sanciones de Washington. Pero traducir las declaraciones de intenciones en instrumentos efectivos que convenzan a las firmas para quedarse en la República Islámica está siendo difícil. Y lo que puede venir después amenaza con alterar el tablero de ajedrez regional y global.
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