Unión Europea

Desgranando Mercosur: un acuerdo con simpatizantes y retractores

por Cristina Pita da Veiga/Alberto S. Camarasalta

Fuente: Comisión Europea/Elaboración propia

Un total de 20 años ha tardado en lograrse el acuerdo comercial entre los países que componen Mercosur y la Unión Europea y trae con él consecuencias. El etanol (compuesto químico que se utiliza para elaborar alcohol y combustible) será el producto que más se podrá exportar desde el continente americano a nivel agrícola con hasta 450.000 toneladas libres de aranceles. El segundo será la carne de vacuno, hecho que ha levantado espinas entre los ganaderos europeos.

Un audio del ministro de Exteriores de Argentina llorando anunciaba el pasado 28 de mayo a Mauricio Macri, su presidente, la llegada del acuerdo entre la UE y Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay-. Tras muchas reuniones e intentos, finalmente el pacto comercial ha visto la luz, aunque a unos contenta más que a otros. Desde la UE explican que su objetivo es mejorar el intercambio de bienes y servicios entre los dos continentes, bajar las tasas y facilitar el comercio; pero otros países lo ven como una amenaza para su mercado.

Aunque el texto ratificado en la cumbre del G20 de Japón no es el definitivo y debe superar escollos legales, es un primer paso a lo que sería el acuerdo final. Además, deberá ser ratificado en el Parlamento Europeo una vez pase por el Consejo y por los Parlamentos nacionales de los Estados miembros. Como se puede observar en el gráfico, con el tratado actual, la importación y exportación de bienes es muy similar, mientras que es Europa la que provee de más servicios al área de Mercosur.

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Detalles del tratado

Dentro del documento publicado también se recogen mecanismos de transparencia para el intercambio y mecanismos de seguridad sanitaria. Además, recoge la necesidad de establecer diálogos en áreas como la aplicación de la biotecnología a la agricultura para intercambiar información en políticas, legislación, guías y buenas prácticas. Otro de los puntos que destaca el documento es la eliminación de barreras innecesarias para crear un entorno de mayor convergencia en la regulación tecnológica y disminuir los costes de adaptación.

El acuerdo dentro del intercambio de bienes, tales como carne o azúcar, pretende mejorar el comercio liberalizando el 91% de las importanciones desde la UE en un periodo transitorio de hasta 10 años para la mayoría de los productos. Entre ellos se encuentra la ternera, el pollo, la carne de cerdo, el azúcar, etanol, arroz, miel, maíz, queso, leche en polvo y fórmulas de alimentación para bebés. Otros productos son el vino; el aceite; la fruta fresca como manzanas, peras, nectarinas y kiwis; los tomates o patatas congeladas, entre otros.

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En cuanto a los servicios, el acuerdo prevé el movimiento por trabajo o la regulación doméstica, los servicios postales, el sector de las telecomunicaciones, servicios, financieros, e-commerce y servicios marítimos.

Durante los últimos años, la exportación del sector agrícola ha aumentado, al igual que la importación. Entre lo que más se exporta fuera de las fronteras comunitarias son bebidas, licores y vinagre, según recoge la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). Cerca le siguen otros productos como la fruta, el pescado y otros crustáceos.

20 años de negociación

Las negociaciones del acuerdo Mercosur-UE se iniciaron en 1999. Sin embargo, ninguna ronda de negociaciones había concluido en tratado hasta el pasado mes de junio. Unas negociaciones que, incluso, llegaron a paralizarse en 2004 y no volvieron a retomarse hasta 2010, cuando ambos bloques decidieron sentarse de nuevo a la mesa.

Por el camino los obstáculos y complicaciones han sido muchos. Las complicaciones derivadas de la ronda de Doha para la liberalización del comercio internacional en el seno de la OMC interrumpieron las negociaciones en 2004 y las dejaron en punto muerto durante 6 años.

Pero los principales recelos han venido principalmente del sector agrícola europeo. Hasta prácticamente el último segundo, grandes potencias agrícolas de la UE, como Francia, Polonia, Irlanda y Bélgica, han mantenido sus reservas acerca de un acuerdo que podría implicar una reducción de estándares medioambientales o sanitarios.

En este sentido, Phil Hogan, comisario de Agricultura, lanzó un mensaje de tranquilidad al sector tras la aprobación del acuerdo. “Abriremos las puertas a los productos agrícolas de Mercosur con mucho cuidado y con cuotas cuidadosamente administradas que garantizarán que no haya riesgo de que ningún producto inunde el mercado de la UE y, por lo tanto, amenace el sustento de los agricultores de la UE”, señaló el comisario irlandés.

Al otro lado del Atlántico la principal preocupación y dificultad se ha producido durante los últimos meses. La designación de Jair Bolsonaro como presidente brasileño el 1 de enero de este año ha complicado las conversaciones. Alineado con la vertiente ideológica de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, Bolsonaro ha sido muy crítico con una de las líneas rojas marcadas por el Gobierno francés durante la negociación, el apoyo al Acuerdo por el Clima de París.

El mandatario latinoamericano encendió los ánimos de Emmanuel Macron, que durante los últimos meses de las conversaciones expresó su negativa a “negociar acuerdos comerciales con bloques que no respeten el Acuerdo de París”, como Mercosur o EEUU. Finalmente, la buena voluntad se ha impuesto entre las partes y han cerrado un periodo de negociación de dos décadas que, sin embargo, no termina de satisfacer a los profesionales del medio rural y grupos ecologistas.

La Asociación de Productores de Vacuno de Carne (Asoprovac) de España no ve con buenos ojos el acuerdo y así lo hicieron ver a las instituciones europeas esta semana criticando el acuerdo por los posibles problemas sanitarios que pueda acarrear y las consecuencias económicas que puede tener en Europa.