La historia de la Unión Europea ha sido, hasta hoy, un éxito. Nació para despejar la amenaza de la guerra para solventar conflictos políticos y para sumar capacidades y competencias. Ha dado lugar al proceso de transformación política más complejo en que se ha empeñado la especie humana en los últimos siglos. Por eso es contradictorio y sugestivo. Tras sus metalenguajes, sus complejas estructuras de toma de decisiones hay una idea simple: estamos reorganizándonos para adaptarnos mejor al mundo global.
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