Uno de los efectos más perniciosos y preocupantes de la pandemia del coronavirus es su negativo impacto en la relación geoestratégica definitoria de nuestro siglo, cual es la confrontación por la hegemonía mundial entre Estados Unidos (superpotencia establecida) y China (superpotencia emergente). Que el COVID-19 ha agravado los términos del antagonismo entre Washington y Pekín hasta extremos desconocidos y peligrosos se hace evidente en los ámbitos tecnológico, científico, sanitario, comercial, financiero, político y militar.
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