“¿Cuál es el papel de Europa en este mundo transformado? ¿No debería Europa,
por fin unificada, desempeñar una función de líder en un nuevo orden planetario, el de una potencia a la vez capaz de desempeñar una función estabilizadora a nivel mundial y de guiar a numerosos países y pueblos?”. Podrían ser unas palabras de hoy, pero se remontan a la Declaración de Laeken de 2001, que describía a Europa“en la encrucijada”.
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