El desarrollo de fuentes de energía alternativa dentro de la Unión Europea es una condición básica para asegurar el abastecimiento de los Estados miembros. Así se desprende de una comunicación presentada por la Comisión Europea, que resalta la necesidad de coordinar las políticas energéticas de la Unión y los Estados miembros, aumentando la cooperación en la búsqueda de medidas más efectivas. La dependencia energética de la Unión Europea alcanza actualmente el 50% del total y podría llegar en el año 2020 a más del 80%, lo que se traduciría en una disminución de la oferta y una tendencia a la subida de los precios. Las políticas energéticas deben reforzarse para responder mejor al aumento previsible y significativo de la dependencia exterior, así como a los objetivos de competitividad y a la necesidad de respetar el medio ambiente. Para contribuir a ello existen numerosos programas de ayuda financiera comunitaria como JOULE-THERMIE, ALTENER, MEDA, y SAVE, entre otros.
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