Janos Ader, presidente de Hungría, ha firmado hoy la ley que podría causar el cierre de la Universidad Central Europea, del magnate húngaro George Soros. La rúbrica atiende a las intenciones Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, y llega en medio de una semana de protestas en Budapest. “Se necesita una protesta masiva a nivel europeo”, señala el experto húngaro Dániel Bartha, director ejecutivo del think-tank CEID.
Ha sido el propio Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, el que ha roto el hielo al principio del encuentro y ha explicado a los ministros de Finanzas sus ya famosas palabras sobre la solidaridad y el sur. Ninguno ha tomado la palabra a continuación y mucho menos le han pedido que dimita, ha asegurado. El Parlamento Europeo le espera el 27 de abril con las uñas afiladas.
El Gobierno húngaro ha lanzado una encuesta compuesta por seis preguntas y presidida por una frase que representa la mala relación entre Budapest y la Comisión Europea: ‘¡Paremos a Bruselas!’. Alexander Winterstein, portavoz del Ejecutivo comunitario ha explicado que no existe “una dicotomía entre las instituciones y las capitales” y ha denunciado que se use a Bruselas como un arma arrojadiza en asuntos de política nacional.
“Europa nunca ha sido coser y cantar. El proyecto es complicado pero vale la pena”. Con frases así se ha ganado al Pleno con su discurso Frank-Walter Steinmeier, presidente de Alemania. El mandatario no ha rehuido la responsabilidad germana en la UE, pero ha recalcado que la verdadera fuerza reside en la unión. “Sensatez europea frente a egoísmo nacional”, ha reivindicado.
El Pleno del Parlamento Europeo ha aprovechado la primera oportunidad que ha tenido para atizar a Jeroem Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo y ministro de finanzas holandés, por el último de sus desaires: rechazar la invitación de la Eurocámara para participar en un debate sobre el rescate a Grecia. Numerosos eurodiputados han pedido su dimisión después de que asegurara que los países del sur gastan el dinero en “mujeres y copas”.
Jean-Claude Juncker, Donald Tusk y Antonio Tajani. Con los presidentes de las tres instituciones europeas como bandera, el Partido Popular Europeo (PPE) se ha reivindicado como la opción para liderar la UE post-Brexit. Durante su congreso en Malta, los populares han agitado su receta: control de la migración, estímulo de la economía real y seguridad. “Necesitamos emociones cuando hablamos de Europa”.
La capital italiana ha sido hoy el centro de la Unión Europea, en una celebración que debía estar presidida por la ilusión y por las miradas hacia el futuro, pero que ha quedado aguada por las continuas crisis que vive el proyecto europeo. La declaración de Roma, firmada hoy, pretende ser una renovación en la confianza de los valores que han sido protagonistas de la Unión Europea durante sus primeros 60 años.
Ciudadanos europeos de todas las naciones, con un largo historias de guerras entre ellas a lo largo de los siglos, se reunirán mañana en la capital italiana, con motivo del 60 aniversario de los Tratados de Roma, bajo una misma bandera, la de la Unión Europea, y bajo un mismo mensaje: una mayor y mejor Unión, la recuperación del sueño federal. A la vez, dos manifestaciones en otras zonas de la ciudad pedirán “aplastar” el proyecto europeo.
Lo que iba a ser un ejercicio de unidad y de mensaje común, ha acabado aguándose entre las propias divisiones que vertebran la crisis de la Unión Europea. Aunque no tanto como en otras ocasiones, los Estados miembros han luchado palabra a palabra la declaración de Roma, que será breve, pero que pretende marcar un hito para el futuro de la UE a 27.
Agosto de 1954. Francia rechaza la Comunidad Europea de Defensa. El proyecto comunitario se tambalea cuando apenas está dando sus primeros pasos. Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo tiran del carro de la integración hasta llegar al Tratado de Roma, que el sábado cumple 60 años. Los europeístas miran al pasado para tratar de recuperar el pulso de una Unión que cada vez lo es menos.
Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea, ha explicado hoy ante la comisión de Libertades Civiles de la Eurocámara que considera que hay “una amenaza sistemática al Estado de derecho que debe tratarse de forma urgente”. El holandés, que ha denunciado el “endurecimiento” de las posiciones de Varsovia, ha pedido que los Estados miembros se impliquen, y ha propuesto llevar el asunto al Consejo de Asuntos Generales.
Pocos pusieron más empeño en la fundación de la UE que el belga Paul-Henri Spaak. Su hija Antoinette, de 88 años, recuerda como “los padres fundadores tuvieron enormes dificultades para explicar que había que tratar a vencedores y vencidos de la misma manera”. Alemania y Francia en un mismo club que se fue ampliando hasta los 28. “No previeron que se iría tan rápido y tan lejos”, reconoce.
Los líderes europeos se reúnen en Roma en unos días para repensar el futuro de la UE en un momento en el que “no existen las condiciones oportunas para dar grandes saltos hacia adelanta”, como ha constatado ante el Pleno Paolo Gentiloni, primer ministro italiano. Para salir del marasmo, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha apostado por la construcción del pilar social.
“La unidad será nuestro bien más preciado”, ha apostado Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, para el futuro a Veintisiete que comenzará a trazarse en la Cumbre de Roma del 25 de marzo. Sin embargo, el deseo de algunos Estados de crear dos velocidades y avanzar más rápido en algunos temas choca con el miedo de los miembros más recientes a que se cree una “segunda categoría”.
“¿Quo vadis Europa?”. Así comenzaba Juncker la presentación del libro blanco. Un democristiano como él seguro es conocedor de cómo acaba la historia según la tradición: “Voy a Roma a que me crucifiquen otra vez”. De la capital italiana, no saldrá sin embargo, una decisión unánime sobre el futuro de la UE, que parece alejarse del federalismo y ve su única vía de escape en las distintas velocidades.
Polonia se mantiene firme en su cruzada para evitar que Donald Tusk repita mandato al frente del Consejo Europeo. Beata Szydlo, primera ministra polaca, ha enviado una carta a sus homólogos en la que asegura que Tusk ha “violado reiteradamente” su mandato entrando en disputas nacionales. No obstante, tiene en el bolsillo el apoyo de la mayoría de Estados. En Bruselas la reelección se da por sentada.
Como preludio de la Cumbre de Roma y en el simbólico palacio de Versalles, los líderes de España, Francia, Italia y Alemania se han mostrado partidarios de una UE más integrada con aquellos países que quieran optar por esta vía, es decir, una apuesta por la unión a dos velocidades. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, ha urgido a dar respuesta “a los retos e incertidumbres” pendientes.
“Estamos yendo de la utopía que nos contaron hacia una distopía”. Al eurodiputado español Miguel Urbán, de la izquierda europea, no le gusta ninguno de los cinco escenarios que plantea el libro blanco de la Comisión porque hay una falta de autocrítica. “Todos mantienen la austeridad”, lamenta. Su receta para salvar la UE pasa por “un cambio radical de políticas económicas y sociales”.
Xavier Domènech, portavoz de En Comú Podem, ha visitado hoy el Parlamento Europeo para buscar alianzas internacionales, requisito imprescindible, asegura, para la viabilidad de un referéndum en Cataluña. No obstante, no establece una fecha límite: “Nunca le ponemos plazo a la democracia”, ha señalado en una rueda de prensa junto a Ernest Urtasun, eurodiputado de los verdes.
Margaritis Schinas, portavoz del Ejecutivo comunitario, ha negado de forma rotunda los rumores que apuntaba el portal Euractiv sobre el retraso de la presentación del famoso ‘Libro Blanco’ hasta diciembre. Juncker aseguró hace meses que el documento, que pretende marcar las directrices de futuro de la Unión Europea, vería la luz en marzo de este año y así lo ha ratificado su portavoz.
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