El día de hoy marca un lustro desde que Rusia se anexionase de forma ilegal la República Autónoma de Crimea y la ciudad de Sebastopol. Cinco años después de esta reunificación avalada por el 97% de las personas que participaron en el referéndum previo, la UE sigue condenando este “ataque a la soberanía territorial” de Ucrania, prolongando las sanciones a Moscú y reiterando su llamada al cumplimiento de los Acuerdos de Minsk.
Más sanciones a Rusia, más presión para defender a Ucrania y más mano dura en su entramado de cooperación con la UE. Son las tres patas de la resolución que el Parlamento Europeo ha aprobado con holgada mayoría sobre las relaciones entre Bruselas y Moscú. Las potencias vecinas tienen muchos intereses en común, pero su relación se ha enrarecido desde 2014 levantando polvo entre los Estados miembros y las propias instituciones.
Cerca de un millón de ciudadanos estonios están llamados este domingo a las urnas. La ex república soviética elige a quienes compondrán el Riigikogu, la única cámara del país. Y todas las encuestas parecen apuntar en una misma dirección: será un Parlamento muy fragmentado y casi con total seguridad obligará a crear un gobierno de coalición. La extrema derecha será la fuerza que más crecerá en estos comicios, según los sondeos.
Los 28 ministros de Asuntos Exteriores han aprobado este lunes sancionar a cuatro individuos rusos y cinco sirios por el uso de armas químicas. Se trata de las primeras medidas restrictivas aplicadas tras el ataque con un agente nervioso en la ciudad británica de Salisbury. El Kremlin ha calificado este movimiento de "negativo" y ha acusado al bloque comunitario de "falta de pruebas".
Tras intensas reuniones, llamadas diplomáticas o Consejos de emergencia, la UE pone la mesa la idea de adoptar nuevas sanciones contra Rusia después de que capturase a tres buques ucranianos en el tenso estrecho de Kerch. No es una respuesta fácil: el bloque comunitario tiene que medir para evitar una mayor escalada de tensión y sobre todo necesita consenso de las 28 capitales europeas para ampliar las medidas contra el Kremlin, algo que (de momento) no tiene.
El choque entre Rusia y Ucrania por el estrecho de Kerch era cuestión de momento. Y el momento ha sido las últimas horas: Rusia dispara y aprisiona buques ucranianos; Kiev declara el estado de emergencia; y Occidente aguanta la respiración mientras con una mano condena el ataque de Moscú y con la otra pide contención a todas las partes.
Los ministros de Asuntos Exteriores han aprobado este lunes en Luxemburgo un nuevo marco jurídico de sanciones contra el uso de armas químicas. El Reino Unido y Países Bajos han propuesto además a sus socios comunitarios establecer un régimen similar para aumentar la protección contra los ciberataques. Las medidas llegan en un año con ataques químicos y cibernéticos en suelo europeo. Con todas las miradas apuntando a Rusia.
“Fort Trump” (Fortaleza Trump). Así se llamará la base militar permanente si finalmente Estados Unidos accede a instalarla en suelo polaco. Así se lo transmitió este martes el presidente polaco Andrzej Duda a Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Varsovia persigue esta medida desde hace años ante lo que considera una amenaza rusa constante. Los críticos apuntan a que tal movimiento incrementaría las hostilidades entre Occidente y Moscú.
Jeremy Hunt, ministro de Exteriores del Reino Unido, inicia mañana una visita a los Estados Unidos, durante la cual dará un discurso en el que pedirá a la Unión Europea que trabaje “hombro con hombro” con Washington y endurezca las sanciones contra Rusia.
Este 21 de agosto se cumplen 50 años de la entrada de los tanques soviéticos para terminar de forma violenta con la Primavera de Praga, que buscaba una apertura democrática en lo que una vez fue Checoslovaquia y ahora Chequia y Eslovaquia. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha recordado que “la libertad y los derechos humanos” deben ser luchados a diario. En la actualidad, Rusia busca recuperar parte de la influencia que tenía hasta hace poco en Europa.
La lista de desencuentros y sanciones de la Unión Europea contra Rusia no ha hecho más que ampliarse desde la invasión de Crimea, y el enrocamiento de Putin en el Kremlin augura un futuro más difícil. A día de hoy, Ucrania continúa siendo el principal punto de fricción entre Moscú y Bruselas a pesar de sus intereses en común y los intentos de acercamiento.
“No me gusta la actual retórica de Guerra Fría con Rusia”, apunta en una entrevista Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Sus palabras llegan en un momento de tensión máxima entre Moscú y el llamado Occidente por los ataques químicos en Siria y Salisbury. Además, el luxemburgués repasa el papel de la Unión en el globo de forma crítica: "Los europeos a veces pensamos que somos el ombligo del mundo".
La Unión Europea no podía permitirse hoy mostrar división ante la acción militar de Francia, el Reino Unido y EEUU en Siria. Entre malabarismos diplomáticos y dialécticos se ha cocinado una declaración de respaldo, en la que los matices dan la clave. Londres y París pedían más; otros como Grecia o Suecia no estaban cómodos ante una intervención que no ha pasado por el Consejo de Seguridad. La conclusión: sí, pero no. Las relaciones con Rusia, los Balcanes Occidentales o Irán han sido los otros platos fuertes.
Más de 10.000 personas recorrieron ayer las calles de Chisinau, la capital de Moldavia, pidiendo la reunificación del país con Rumanía, a la que perteneció después de la Guerra Mundial. La situación geoestratégica del país así como su división identitaria en torno a un acercamiento a Rusia o a la UE evocan irremediablemente a los fantasmas de Ucrania.
Ya lo anunciaban en la cumbre europea. La llamada a consultas del embajador de la UE en Moscú era una medida excepcional ante un hecho excepcional: el ataque con gas nervioso en Europa por primera vez en 70 años. Hoy más de la mitad de los Estados que componen la familia comunitaria -España entre ellos- han expulsado a diplomáticos rusos asumiendo que la mano del Kremlin está detrás del envenenamiento al ex espía ruso Skripal. Lo que en clave reafirma dos cosas: el tono con Rusia ha aumentado y existe una división patente entre las capitales europeas sobre cómo responder.
Cuatro horas de debate les ha costado a los Veintiocho acordar la frase “no hay una explicación alternativa plausible” a que la mano de Moscú esté detrás del envenenamiento al ex espía ruso en Salisbury. El punto de controversia era desde el principio la atribución. Condenar o no directamente a Rusia. Pero este ha sido también el eje de división. Alemania, el Reino Unido o Francia han empujado por adoptar un lenguaje más contundente, frente al freno de otros como Grecia, Chipre o Italia. España se ha mantenido en “el consenso”. Finalmente la UE ha llamado a consultas a su embajador a Moscú.
Aunque Federica Mogherini, Alta Representante de Exteriores de la UE, asegure que "los deadlines y prioridades" sobre Irán los marca el bloque comunitario, lo cierto es que los Veintiocho se están preparando para la más que plausible marcha de Estados Unidos del acuerdo nuclear. Para evitar este escenario, Alemania, Francia y el Reino Unido -los tres firmante europeos- abogan por endurecer la postura comunitaria a través de sanciones por la intervención iraní en Siria, otros como Italia y España apuestan por expandir sus relaciones comerciales.
Vladimir Putin es ya el líder con más años al frente de Rusia solo por detrás de Stalin. Tras las elecciones del domingo sumará otros seis años. Si hay algo que ha cambiado con respecto a 2012 es el aumento de confrontación con occidente. Así lo avalan Siria, Crimea y las presuntas fake news y envenenamiento de un ex espía. La política exterior marca su popularidad interior y en los últimos años también la religión. Rusia y la UE viven con todo ello sus momentos más bajos desde la Guerra Fría, pero todo parece caminar hacia una confrontación controlada.
La crisis diplomática ha estallado entre el Reino Unido y Rusia. Tres días después del envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal y de su hija, la Unión Europea ha pedido a través de varias voces la máxima solidaridad con el que todavía es uno de sus Estados miembros y si algo ha subrayado es que los responsables pagarán por ello.
La guerra propagandística es tan antigua como la propia guerra. Sin embargo, la interferencia rusa en elecciones en territorio comunitario ha encendido las alarmas de la Comisión, cuya respuesta ha sido hasta la fecha contenida. El Pleno ha coincidido por amplia mayoría en la necesidad de hacer frente a “esta amenaza para la democracia”. “No cabe duda de que la campaña de desinformación del Kremlin es una estrategia orquestada”, ha apuntado Julian King, comisario de Seguridad.
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