La UE ha llegado a un acuerdo político para prolongar la Operación Sofía, la misión militar de la UE en el Mediterráneo Central, otros seis meses. Eso sí, seguirá contando sin navíos después del segundo veto de Italia sobre esta cuestión. Roma se niega a que las personas rescatadas por los barcos europeos desembarquen en sus costas.

La historia interminable continúa. El pasado miércoles, Matteo Salvini, viceprimer ministro italiano vetó la entrada, el tránsito y el abastecimiento en sus aguas a un buque de rescate alemán con 101 inmigrantes a bordo. Sin embargo, el ‘Eleonore’ ha desafiado al Gobierno italiano entrando en sus puertos e Italia ha reaccionado incautando el buque de rescate. Todo esto coincide con la llegada de cientos de inmigrantes a otros puertos europeos clave, como son lo españoles o los griegos.

Matteo Salvini, ministro de Interior italiano y líder de La Liga, continúa con su política de puertos cerrados. Incluso a pocas horas de que, según lo previsto, se conforme un nuevo Ejecutivo transalpino que no cuente con el líder ultraderechista en sus filas. La ONG alemana Mission Lifeline continúa a la deriva con más de 100 migrantes a bordo. No muy lejos de allí se ahogaron hace unas horas 40 personas en el Mediterráneo Central.

La historia se repite cada verano en el Mediterráneo. Las capitales europeas siguen incapaces de consensuar una Política de Asilo que aporte algún rayo de orden al caos migratorio. El Open Arms ha sido el último barco en quedar atrapado en las diferencias insalvables de los Estados miembros. El navío con bandera española acaba de atracar en Lampedusa tras el pulso de Salvini con el Gobierno español.

Paris daba cita el lunes a los ministros de Exteriores e Interior de la UE para buscar una solución conjunta al reto migratorio. El agravamiento de la situación en Libia y el continuo tránsito de barcazas por el Mediterráneo han aumentado la presión sobre los Estados miembros, que siguen sin llegar a un acuerdo para un reparto solidario de las personas rescatadas. Por el momento, 14 países han dado el visto bueno a un mecanismo presentado por el eje franco-alemán, aunque se desconocen los detalles.

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Omer Shatz y Juan Branco son dos de los abogados que presentaron un informe ante la Corte Penal Internacional (CPI) acusando a la UE de crímenes contra la humanidad por su política migratoria. Aquí Europa ha hablado con ellos sobre la situación en el Mediterráneo, sus consecuencias, el papel de las ONG y la respuesta de la instituciones europeas.

Este miércoles los canales de Estrasburgo han amanecido con una lancha de Open Arms navegando sus aguas. La ONG española se ha trasladado a las puertas de la Eurocámara para “desembarcar” el debate de la criminalización de la ayuda humanitaria un día después de la liberación de Carola Rackete, capitana del Sea Watch 3. Coincidiendo con el arranque de la legislatura, varios eurodiputados se han concentrado para exigir a la UE que abra sus puertos a los refugiados.

El Tribunal de Derecho Humanos de Estrasburgo ha rechazado la llamada del buque Sea Watch 3, que suma dos semanas en el Mediterráneo con 42 migrantes a bordo, para obligar al Gobierno italiano a autorizar su desembarco. Para la corte “no hay riesgo inminente de daños irreparables". Entretanto Salvini advierte que por él “pueden quedarse ahí hasta Navidad o Año Nuevo. A Italia no llegarán”.

Hace cuatro años casi un millón de personas tocaban a las puertas de la UE en busca de un lugar seguro. Era 2015 y la crisis de los refugiados pilló al Viejo Continente con el pie cambiado. Los Veintiocho no fueron capaces de dar una respuesta a los solicitantes de asilo y desde entonces las diferencias entre las capitales europeas al respecto no han dejado de aumentar. Aquí Europa pone la lupa sobre las luces y sombras de los Estados miembros en materia migratoria.

La Corte Penal Intenracional (CPI) debe investigar la política migratoria de la Unión Europea y de sus Estados miembros por crímenes contra la humanidad durante los últimos cinco años. Es la denuncia que un grupo de abogados ha presentado este lunes en La Haya acusando a la Unión de una estrategia premeditada. Desde Bruselas defienden que su prioridad siempre ha sido salvar vidas en el Mediterráneo.

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, ha amenazo con “abrir las puertas” a los refugiados sirios que acoge su país si la UE no cumple con la contrapartida económica del acuerdo migratorio que ambos sellaron en 2016. Bruselas ha informado este lunes de que ha desembolsado 5.600 de los 6.000 millones acordados.

Se preparaba Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno español en funciones, para dar explicaciones sobre la actuación del Gobierno de Pedro Sánchez sobre el Open Arms cuando la Fiscalía italiana ordenaba la liberación del buque español, incautado en Sicilia desde el 20 de agosto. Según ha avanzado el portal italiano AdnKronos, “no hay hechos probatorios” para mostrar “la responsabilidad de la organización y su tripulación”.

Las 356 personas rescatadas por el barco Ocean Viking tocarán tierra firma tras catorce días varadas en el mar Mediterráneo después de que Malta haya aceptado su desembarco. Serán repartidos entre seis países europeos, Francia, Alemania, Portugal, Irlanda, Luxemburgo y Rumanía pocos días después de que un episodio parecido tocase de lleno al navío español Open Arms.

Más de 100 personas perdieron la vida la semana pasada en las costas de Libia y cerca de 130 fueron rescatadas. Se trata de la mayor tragedia en lo que va de año y ha puesto todos los focos sobre Europa y su política de acogida y rescate. Con Italia cerrando los puertos y otros países afrontando posibles multas por no aceptar el número acordado de refugiados, la UE debe cubrir varios frentes mientras la ONU pide que se reanuden las labores de salvamento marítimo en el Mediterráneo.

La crisis migratoria ha vuelto a dividir al Pleno. Este miércoles los eurodiputados han abordado la situación en el Mediterráneo poniendo sobre la mesa propuestas que van desde la creación de un salvamento marítimo público europeo a la militarización del mar para impedir la llegada de flujos migratorios. En lo que sí hay consenso es en acabar con las soluciones ad hoc en búsqueda de una respuesta global.

A principios de junio un grupo de abogados presentó un informe ante la Corte Penal Internacional (CPI) acusando a la UE por crímenes contra la humanidad por su política migratoria. El documento apunta la responsabilidad comunitaria por la pérdida de más de 14.000 vidas en el Mediterráneo. Este jueves, Juan Branco y Omer Shatz, dos de los abogados que firman el escrito, han llegado al Parlamento Europeo para mostrar su inquietud ante la falta de respuesta desde La Haya.

La madrugada del sábado, Carola Rackete, capitana del Sea Watch 3, tomó la decisión de levar anclas y dirigir el barco humanitario con 40 migrantes a bordo hacia el puerto de Lampedusa.La alemana ha alegado “estado de necesidad” para contradecir las órdenes de las autoridades italianas, que continúan con su política de ‘puertos cerrados’. Ahora Rackete enfrenta una pena de hasta 12 años de prisión y la ONG una multa de 50.000 euros.

Hace justo un año la UE celebraba una cumbre de emergencia para acercar posturas sobre la crisis migratoria. Doce meses después, las diferencias entre las capitales europeas hacia los refugiados se han demostrado insalvables, y la UE se ha centrado en batallas que sí podía librar. Así las cosas, nada cambia a nivel político y poco lo hace el Mediterráneo. Un nuevo barco con migrantes a bordo, el Sea Watch 3, lleva doce días a la deriva frente a costas italianas.

El Bundestag, Parlamento alemán, ha aprobado una batería de medidas migratorias que tienen el objetivo de, por un lado, acelerar las deportaciones de migrantes y, por el otro, facilitar el acceso de aquellos considerados "cualificados" al mercado laboral germano. Las leyes han contado con el apoyo de los diputados de la gran coalición, pero han sido duramente criticadas por La Izquierda y Los Verdes.

"La migratoria puede crear fisuras más profundas en la UE que las causadas por la crisis del euro", es el análisis que se escucha con frecuencia en los pasillos de Bruselas. Los últimos cinco años dejan un sabor amargo sobre la gestión comunitaria en el drama migratorio. La UE ha sido incapaz de hacer frente al caos del Mediterráneo o al auge del discurso xenófobo y deja un legado donde el único acuerdo es que hay que demasiado desacuerdo entre las capitales.